La participación en la Liturgia

Participacion litúrgica
La palabra participar viene del latín "partem" y "capere", tomar parte. Es sinónimo de adhesión y también de intervención.

¿Qué entiende el Concilio Vaticano II por participación?

   Citamos algunos textos:
 "Es necesario que los fieles se acerquen a la sagrada liturgia con recta disposición de ánimo, pongan su alma en consonancia con su voz, y colaboren con la gracia divina, para no recibirla en vano" (Sacrosanctum Concilium 11).
 "La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la liturgia misma y a la cual tiene derecho y obligación en virtud del bautismo, el pueblo cristiano" (SC 14).
  "La Iglesia procura que los cristianos no asistan a ese misterio de fe (la Eucaristía), como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la Palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la Hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él" (Sacrosanctum Concilium 48).

 
Intención del Concilio

   Uno de los ejes centrales de la renovación litúrgica que el Concilio Vaticano II impulsó es la participación activa de los fieles: "plena, consciente, activa y fructuosa" (SC 11; 14); "interna y externa" (SC 19); "comunitaria" (SC 27).
   Esta participación plena de los fieles no es una concesión de nadie, ni del sacerdote, ni de la Iglesia, sino que tiene su origen en el “sacerdocio bautismal” (SC 14). Una vez que uno ha sido bautizado y confirmado ya es sujeto de derechos y deberes en la Iglesia, y uno de estos derechos es el derecho a participar en la vida litúrgica; dicho de otra forma: a participar en la comunidad con Cristo en su salvación.
   Además, "lo exige la naturaleza de la liturgia" (SC 14). La liturgia no es algo que celebra uno o unos pocos, sino que es de todos, de todo el pueblo y, por tanto, todos los miembros de ese pueblo deben tomar parte en ella.
 La meta de esta participación también viene señalada por el Concilio: "la santificación de los hombres y el culto a Dios" (SC 5; 7; 11; 12). Esta es la meta, el objetivo final. Todo lo demás está mirando a este objetivo.
  En nuestra Parroquia estamos iniciando un Equipo de Liturgia. La razón de ser de este Equipo, como responsable de la pastoral litúrgica, es conseguir que todos los que celebran los sacramentos alcancen esta meta: que a través de una participación plena y consciente, los fieles lleguen a unirse a Cristo, y a través del culto a Dios alcancen la santificación. No sólo los que vienen a las Eucaristías dominicales; también los que vienen a bautizar a sus hijos o demás sacramentos.

Los ministerios

   Para que exista una participación activa y plena, en la Parroquia deben existir unos ministerios. Ministerio quiere decir servicio. Así como Cristo "no vino a ser servido, sino a servir" (Mt 20, 28), la Iglesia, sacramento y señal de Cristo, es toda ella ministerial. Existe para servir. Por ello debe manifestarlo en todas sus actividades. Con más razón en la liturgia, ya que es la epifanía de la Iglesia.
   Los ministerios existen para el bien y el servicio de la comunidad, por voluntad de Cristo y, luego, por evolución y necesidades de la misma celebración. No existen como consecuencia de una estrategia o una táctica para organizar mejor las celebraciones. Los ministerios son esenciales a la Iglesia (1 Co 14, 5; Ef 4, 12).

El Equipo de Liturgia

   Para la organización de los ministerios es necesario el equipo litúrgico o la comisión de liturgia. Las razones son claras:
-Lo mismo que la celebración no puede descansar sobre una sola persona, porque es celebración de toda la Iglesia, tampoco su animación.
-Las celebraciones litúrgicas expresan y manifiestan la Iglesia tal como es: El Cristo total, cabeza y miembros, un cuerpo con miembros.
-"Las acciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia" (SC 26). Esto debe expresarse. Esta expresión no será viva, si no es significativa, si no se ejercita también en la preparación.
-El mismo Misal señala: “La efectiva preparación de cada celebración litúrgica hágase con ánimo concorde y diligente, según el Misal y los otros libros litúrgicos, entre todos aquellos a quienes les atañe, sea en lo relativo al rito, sea en lo relativo a la pastoral y a la música, bajo la dirección del rector de la iglesia, y oídos también los fieles en lo que a ellos directamente se refiere. De todas maneras, el sacerdote que preside la celebración siempre tiene el derecho de disponer aquellas cosas que a él mismo le incumben.” (OGMR 111).
   Todas estas razones exigen, por tanto, un Equipo, que sea responsable, activo y capacitado.  

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