Carta del Párroco: Caminando juntos…

Con sorpresa nos hemos enterado estos días de la convocatoria por el Papa Francisco de un nuevo sínodo que va a tratar precisamente sobre la IGLESIA SINODAL, es decir, sobre “caminar juntos” (traducción de “sínodo”).
El logotipo del Sínodo no puede ser más claro: aparece el pueblo de Dios en movimiento. Se han escogido 15 siluetas que resumen toda la humanidad en sus diversas situaciones vitales, generaciones y orígenes. Esta diversidad se ve reforzada por la multiplicidad de colores vivos que son en sí mismos signos de alegría. No hay jerarquía entre estas personas que están todas en el mismo plano: jóvenes, ancianos, hombres, mujeres, adolescentes, niños, laicos, religiosos, padres, parejas, solteros, sanos, discapacitados; el obispo y la monja no están delante de ellos, sino entre ellos.
Hay tres palabras en el slogan del Sínodo que marcan el contenido y que nosotros llevamos trabajando años:

     1) COMUNIÓN: La Iglesia es comunidad y no individualidad. Uno de los cánceres de nuestra cultura actual es el individualismo que erosiona todas las instituciones, especialmente la familia y la Iglesia. El individualismo produce desvinculación con los demás, con la familia, con Dios, con la patria, con la historia, con la naturaleza… Como si cada uno fuera un nuevo Adán, el primer hombre… Pero la Iglesia es, ante todo, comunión con Dios y comunión con los demás. Sin comunidad no hay vida cristiana, ni vida del Espíritu (nos fabricamos un Dios a nuestra imagen y comodidad, que no salva). Como dice el proverbio tuareg: “Sólo a un loco se le ocurre cruzar solo el desierto, pudiendo hacerlo en caravana”. Los cristianos que se separen de la comunidad deben saber que perecerán en el desierto de esta dura época. ¡Únete a la comunidad; no camines solo/a!

     2) PARTICIPACIÓN: Vale, supongamos que hemos comprendido la necesidad de la comunidad para nuestro propio bien y el de nuestra familia. ¿Ya está? No. Es necesario participar, tomar parte en las necesidades de la familia espiritual como hacemos en nuestra propia familia. Formamos parte de un cuerpo orgánico y todos tenemos una función dentro de este cuerpo. La comunidad cristiana de hoy no se puede permitir más células muertas, ni miembros inútiles, y menos aún células cancerígenas. No te preguntes qué hace la comunidad por ti; pregúntate más bien qué puedes hacer por tu comunidad. ¡Participa y suma!

     3) MISIÓN: Antes de subir al cielo, Jesús nos dejó una misión clara: ¡Id y haced discípulos de todos los pueblos…! ¡Vosotros sois la sal de la tierra! ¡Vosotros sois la luz del mundo! Por tanto, menos quejarnos de la oscuridad y más brillar. ¡Sé luz y brilla!

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