Miércoles de ceniza: Inicio de un camino interior

El 22 de febrero, con la imposición de la ceniza, da comienzo el tiempo de Cuaresma, tiempo especial para la oración, el ayuno y la limosna. Este día los cristianos guardamos ayuno y abstinencia de carne.

En la Parroquia, tendremos dos celebraciones de imposición de la ceniza: 

-A las 6 de la tarde, una celebración breve especialmente para los niños de catequesis y sus familias y 

-A las 7 de la tarde, la Misa de la imposición de la ceniza para toda la comunidad.

Descargar materiales de Cuaresma

Con la imposición de la ceniza comenzamos un año más el CAMINO INTERIOR que conduce hacia Aquel que es la fuente de la que mana vida abundante. El itinerario cuaresmal encuentra su sentido y eficacia espiritual desde el Triduo Pascual.

La liturgia de Cuaresma y Pascua no es sólo un conjunto de celebraciones bonitas sobre la Pascua, sino que, vivida interiormente, nos ayuda a PARTICIPAR PERSONALMENTE, cada año con más hondura, en la pasión, en la muerte y en la resurrección del Señor, recreando nuestro ser y existir. Dios sigue haciendo en cada uno de nosotros lo mismo que hizo en Jesús: pasar de la muerte a la vida junto con Él.

En el evangelio de este miércoles de ceniza, Jesús nos propone TRES ACTITUDES: oración, ayuno y caridad. Nos pueden parecer anacrónicas, incluso a los creyentes. Sin embargo, su actualidad permanece intacta. Cada una de estas actitudes está relacionada con otras tantas dimensiones fundamentales del ser humano: Dios, el mundo y los objetos, y nuestro prójimo. La vida de todo ser humano se teje en la experiencia simultánea de estos tres ámbitos de relación:
-la oración nos mueve a madurar en nuestra apertura a Dios;
-el ayuno nos refiere al modo en que nos relacionamos con el mundo y con los bienes materiales; y
-la caridad está vinculada a nuestro comportamiento con los semejantes.

Y es aquí, en este triple ámbito que conforma nuestra existencia, donde la gracia va venciendo al pecado, la vida a la muerte y, por tanto, el Señor va realizando el misterio de la Pascua.

En la Liturgia, el encuentro con el Señor viene mediatizado por signos y acciones simbólicas, por elementos que pertenecen al lenguaje no verbal: El rito de la IMPOSICIÓN DE LA CENIZA tiene lugar tras la proclamación de la Palabra y la homilía. El momento escogido es revelador: se quiere expresar que es el mismo Dios quien, mediante las Escrituras, nos insta a adentrarnos en el camino que conduce a la Pascua. El signo nos remite espontáneamente a todo aquello que hay de muerte en nosotros y en el mundo. Aquello que Dios proyecta hacer pasar de la muerte a la vida. Por tanto, la ceniza nos pone en dirección a la Resurrección. Lo que ha comenzado con ceniza, culminará en la noche de Pascua, con el SÍMBOLO DEL AGUA. Mientras que la ceniza nos habla de destrucción, de muerte, de caducidad, en el agua resuenan la vida, la resurrección y el amor.

Ayuno y abstinencia

La abstinencia consiste en no comer carne, y obliga a todos los cristianos a partir de los 14 años. Se guarda abstinencia el miércoles de ceniza y todos los viernes de Cuaresma, hasta Viernes Santo. Lo hacemos especialmente el viernes en recuerdo de la Pasión y Muerte del Señor.

El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al mediodía, y algo ligero por la mañana y por la noche. El ayuno es obligatorio sólo dos días: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, para los cristianos de 18 a 59 años. No tienen que guardarlo ni los niños, ni los mayores, ni los enfermos.

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